La convivencia

  La convivencia bajo el enfoque de la escuela inclusiva:

 Partiendo de la visión de lo que Silvia Schmelkes denomina “una población educada" para la creación de una escuela inclusiva, se encontrarían: el cuidado del medio ambiente, el consumo inteligente (moderado y crítico), el uso creativo y productivo del tiempo libre, el equilibrio entre la identidad cultural y el respeto y la valoración de la diversidad, el conocimiento y el respeto de los derechos humanos, el dominio de la resolución no violenta de conflictos y la creatividad para ser capaz de entender – incluso de prever – los cambios. 

 Esta serie de valores constituyen una propuesta para la elaboración de un nuevo proyecto educativo centrado en una escuela inclusiva. Para ello, es imprescindible abordar los problemas de convivencia en el marco global de los proyectos de mejora escolar. Y subrayar la enorme relevancia que tienen, para una escuela inclusiva, todos los procesos de innovación, las metodologías cooperativas y por proyectos, capaces de aunar en equilibrio los aprendizajes de conocimientos y los de valores. Aprender a convivir debe ser uno de los primeros y más relevantes resultados del proceso de escolarización. Solo así puede la escuela cumplir con los elevados objetivos que la sociedad le ha confiado. 

 Cuando los antiguos griegos despedían a alguien que emprendía un viaje largo, utilizaban esta expresión: "Vayas donde vayas, serás una polis". Vivir en una ciudad significaba emplear las palabras y la persuasión como instrumentos de vida, en lugar de la fuerza y la violencia. El ciudadano de la polis ya sabía que emplearía el discurso como medio de persuasión, en busca de un espacio donde él mismo y cualquier interlocutor que encontrara en su viaje tuvieran un lugar y un tiempo. 

  Hay un pensamiento de Hannah Arendt que expone muy bien, no sólo esta idea, sino el proyecto de la convivencia en una escuela inclusiva. La gran filósofa alemana lo enuncia así: 

"Si los hombres no fueran iguales, no podrían entenderse ni planear y prever para el futuro las necesidades de los que llegarán después. Si los hombres no fueran distintos, es decir, cada ser humano diferente de cualquier otro que exista, haya existido o existirá, no necesitarían el discurso y la acción para entenderse". 

 De entre todas las profesiones, los docentes somos, sobre cualquier otra consideración, los profesionales del discurso y la acción. En la escuela, maestros y alumnos conectan profundamente sus vidas en un espacio donde todos aprenden: el adulto mira el mundo con los ojos de los niños; estos lo descubren con la mirada del maestro. Actúan modificándose la vida mutuamente, creciendo como personas, en un diálogo que se desenvuelve en la más compleja riqueza de lo humano. Ahora bien, precisamente porque personifica, trasciende las fronteras físicas del aula para modificar la realidad del centro, del entorno y, de manera trascendente, de la sociedad. Por eso merece la pena la apuesta clara por la tolerancia hacia los rasgos que nos diferencian, el aprecio por aquellos que nos unen y el rechazo firme a las actitudes que conlleven violencia. El reto de la mejora de la convivencia en la escuela inclusiva pasa por aquilatar bien estos ámbitos y por abordarlos sin prejuicios. 

  Termino con una afirmación de Hannah Arendt: 

 "Lo que hace que valga la pena vivir juntos es que compartamos palabras y hechos". 
  Considero que esa es la definición de buena convivencia en una escuela que trabaje por la inclusión.


Comentarios

  1. Clara una vez más, me encanta tu blog y esta entrada debería leerla todo el mundo!
    Ojalá consigamos un mundo inclusivo en el que todos sepamos convivir :)

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