Para la actividad de hoy, la propuesta de reflexión ha sido pensar un posible conflicto que pudiese darse en un aula y las medidas que utilizaríamos para solucionarlo.
Los conflictos que pueden darse en una clase son diversos, al igual que sus causas. Pueden sucederse debido a razones de violencia de género, la diversidad, xenofobia, etc. De ahí la necesidad de conocer los factores implicados en ellos y facilitar al alumnado la disposición de herramientas para poder solucionarlos.
Clases de conflictos:
-Conflictos entre alumnos:
Múltiples, variados y se dan cada día, tanto en el aula como fuera de ella. Ejemplos: Bromas pesadas, insultos, acoso escolar, agresiones físicas, etc.
La mayoría de estos conflictos son fruto de malentendidos o prejuicios que podrían evitarse fácilmente con una conversación en la que ambas partes traten de comunicarse con honestidad. Este es un objetivo que, sin duda, se dificulta en ciertas edades en las que el desarrollo individual de cada persona está aún por definir, por lo que se hace visible la importancia de la acción orientativa en los centros. Fortalecer la empatía y favorecer la verdadera comunicación son las medidas que deberían seguirse para la mediación entre iguales, fomentando, así, la educación en valores, visibilizando la importancia de la inteligencia emocional y favoreciendo el clima de tolerancia y respeto en el aula.
-Conflictos alumnado-docentes:
Si bien no son demasiado frecuentes, considero necesario visibilizar su existencia y tratar de mediar para que no sucedan.
Los conflictos de este tipo pueden manifestarse de varias formas, como por ejemplo si el alumnado no presta atención al profesor, habla durante su explicación o, en los peores casos, se enfrenta directamente a este. Aunque se entiende que los docentes han de estar preparados para situaciones imprevistas y deben saber lidiar con situaciones que sobrepasan, fruto del estrés y el cansancio, hay situaciones que nunca deberían tolerarse y ante las que debemos estar preparados.
Entre los posibles problemas encontramos: alumnos desmotivados, sin interés en el estudio, por circunstancias diversas, alumnos maleducados e incluso agresivos en ocasiones. Entiendo que en este último caso las medidas preventivas, de no ser suficientes, exigen una reacción punitiva, si atentan contra la dignidad del docente.
Distintos expertos proponen a este respecto la implantación en los centros de un “Aula de Reflexión”, dependiente del departamento de orientación pertinente, donde el alumnado puede reflexionar sobre la situación y se dé lugar al diálogo. Así, cada parte tiene la posibilidad de analizar cuál ha sido su reacción y valorar si esta podría haber sido mejor, anticipando la de posibles futuras situaciones. Creo que es necesaria una figura guía que intervenga en este proceso de mediación.
-Conflictos familias-profesorado:
Esta clase de conflictos son los más peliagudos en la medida en que aparece el asunto de sobre quién recae la responsabilidad de educar a los jóvenes. La mayoría de estos conflictos son fruto de una sobreprotección y un cuestionamiento innecesario de la labor docente por parte de las familias, aunque con ello no pretendo restar relevancia a posibles conflictos de este estilo. Considero que para poder actuar en este campo, se hace necesario visibilizar que las madres, padres o tutores legales tienen o deberían tener los mismos objetivos que los docentes, por lo que las posibles disputas no deberían tener cabida. Sin embargo, si tuviese que proponer alguna medida para solucionarlos, diría que lo primordial es discernir el papel que cada uno, docentes y familias, tienen en la educación de los jóvenes. Y, partiendo de ahí, desde el respeto y la distancia entre las esferas, en un intento de comunicación, con la ayuda del departamento de orientación, propondría reunir a las partes implicadas para ver los problemas subyacentes e intentar llegar a una conclusión.
No todos los conflictos son iguales, ni negativos. Más bien suponen un desafío en ese camino del aprendizaje que todos recorremos. La escuela debería ser ese lugar de construcción de nuestra propia personalidad en todo lo referente a la buena elección de conductas y valores que nos proporcionen bienestar. Además, por supuesto, de ayudarnos a desenvolvernos en la vida, lo cual implica poder actuar racionalmente en este tipo de ocasiones.
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